Lo que más curioso me ha parecido es cómo habla de la muerte de su marido como detonante para caminar en solitario con una pequeña cámara, observando lo que sucedía a su alrededor, ya que sentía que no volvería a dirigir nunca. La fascinación por la cultura japonesa le viene de hace mucho tiempo así como el querer representar el amor y la familia otra vez.
Para disgusto de las personas que organizaban el viaje, insistí en alojarme en un hostal pequeño y tradicional típicamente japonés llamados «Minshukus», en los que se compartían los servicios.
Allí fue donde descubrí las tradiciones del baño japonés y quedé fascinada con la parsimonia con la que hacían las cosas: hacer las camas en el Minshuku, bañarse, cocinar, el comportamiento de la gente, la forma en la que doblaban las cosas, la forma en la que una persona pasa a otra una tarjeta de crédito... todo se hacía con un esmero extrema y con un gran amor hacia todas las cosas, incluso en los detalles más ínfimos.
Hay una palabra en japonés para expresar ese esmero extremo: Mono no aware. Hay multitud de traducciones de Mono no aware pero para mí, la que mejor capta el significado es: estar melancólicamente encantado y melancólicamente conmovido; cuando las cosas nos conmueven; y nuestro "yo" se funde con el mundo exterior. Puede que sólo sea una conciencia más aguda de la naturaleza fugaz de las cosas que nos hace disfrutar con más alegría de las cosas sencillas de la vida.
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