viernes, 12 de junio de 2009
Gingko biloba
Desde que empezó el buen tiempo desayuno en la terraza (que en realidad es un tendedero donde están los bonsais en vez de la ropa). Así mientras me tomo el café en mi butaca miro como la luz del sol va iluminando las hojas poco a poco. Claro que tengo que levantarme un poco antes también para que no se me vaya el santo al cielo y se me vaya el autobús de las 8,30.
Este gingko ya va teniendo una edad, creo recordar que son seis años o quizá siete. He abandonado la idea de hacer un bonsai porque no le gusta mucho la poda y va a su aire. Así que todos los años le cambio de maceta y algún día se lo regalaré a alguien que tenga jardín, como ha pasado con el resto de sus "hermanos pequeños". Es madrileño, del Jardín Botánico para más señas. Otros han nacido de semillas del parque del Oeste donde en Navidades se encuentran a montones una vez que aprendes a reconocerlas que a mí me costó lo mío. Lo mismo me pasó con las catalpas y con los jacarandás. Por cierto que han salido los que planté este invierno con semillas que recogí junto al cementerio de Sevilla. Siempre recordaré con ellos a la persona a la que fuimos a despedir aquel día...
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