Asistimos a los últimos y tumultuosos años de vida de un pintor que fue muy valorado y reconocido entre los nobles italianos y protegido por el sobrino del Papa.
A pesar de todo ello, pasó esos años esperando el perdón del Papa por la muerte de un hombre durante una pelea.
El castigo era la muerte por decapitación y por ello tuvo que huir de Roma para evitar ser detenido, residiendo a veces en Nápoles, en Malta... y pintando cuadros para ordenes religiosas que en ocasiones fueron motivo de escándalo para las autoridades eclesiásticas ya que los modelos que utilizaba eran personas marginales con las que Caravaggio se relacionaba habitualmente.
Personajes como Felipe Neri o Giordano Bruno o la joven pintora Artemisia Gentilleschi, que fueron contemporáneos suyos, aparecen en relación con el pintor en estos años así como la marquesa Constanza, que siempre intentó protegerle de sus perseguidores.
El claroscuro en sus cuadros se traslada a la pantalla y a la violencia física y moral que se presenta ante los espectadores es una constante.
Varios de ellos en la sesión de ayer se levantaron y salieron de la sala. ¿Esperaban una película más amable?
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