Vilas comienza por dar una singular definición de la nueva urbanidad como cierto arte de seducir. Los buenos modos, la amabilidad, la dulzura, el encanto personal, la capacidad de entusiasmar, la distinción: todo eso es urbanidad. El mundo, en cambio, es hostil, quiere robarnos nuestro sentido de la elegancia, pero hay que aguantar, merece la pena…
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