miércoles, 9 de septiembre de 2009

Juan Cruz: las vacaciones de mi padre

Las vacaciones de mi padre

Jamás tuvo vacaciones mi padre; no le gustaban. Le enfadaban los días de fiesta, creían que eran un despilfarro de la humanidad. A mi madre le gustaban los medios días libres. Limpiaba la cocina, hacía café, y se disponía a disfrutar de mediodía libre, o lo que ella creía que era mediodia libre, desde el almuerzo hasta el momento de la preparación de la cena. Un día le pregunté a Rafael Azcona si no se iba de vacaciones, en torno al verano, y me dijo: "¿De vacaciones? ¡Si yo ya me fui de Logroño!" De vez en cuando viajaba, mucho más en los últimos tiempos, pero sintió siempre aversión a ese término, vacaciones. En cierto modo, y acaso para mi desgracia, yo heredé aquella aversión de mi padre por lo que significa estar de vacaciones, dejar de hacer, estar vacante, no sentir la pulsión del trabajo. Así que en torno al día noveno de las vacaciones suelo empezar algún proyecto; en todo caso, y aparte de algunos proyectos que me han tenido ocupada la cabeza, no he dejado de estar en contacto con el periódico y en definitiva con la actividad laboral. A lo mejor yo he heredado de mi padre y de mi madre esas dos pulsiones: el trabajo continuo y la pasión por el mediodía libre; pulsión de no hacer nada, mala conciencia de no estar haciendo nada. resultado, actiividad, o malhumor por no hacerla. Azcona me enseñó, por su parte, que trabajar también es una alegría, y se puede tomar como parte de las vacaciones. Así que con unos ejemplos y otros siento que me voy curando de la mala conciencia que me produce sentir que no me gustan tanto tantas vacaciones. Supongo que así estaré, batallando hasta que ya no tenga que trabajar más, por unas razones o por otras. Nos vemos mañana, bajo la luz del neón.

1 comentario:

Lucía dijo...

Me encantaría estar de vacaciones siempre, librarme de esa jornada de 8 horas que es como una faja que corta la circulación. Y dedicar esas vacaciones a trabajar en lo que me gusta, en lo que me satisface de verdad: hacer fotos, leer, cuidar mi blog... Entonces sí que admitiría jornadas de 12, 14 horas diarias.
Un abrazo.