El autor ha querido que el recorrido no sea cronológico ni temático. La impresionante sala de exposiciones de Alcalá 31 (obra del arquitecto Antonio Palacios) se convierte en un lugar a explorar caprichosamente, en el que recorrer cada rincón, cada inesperada sala central, cada nuevo camino que no se sabe a donde va y luego subir las escaleras y contemplar el laberinto desde arriba.
Esa curiosa manera de exponer sus trabajos hace que el visitante camine casi como en trance, como en un sueño, esperando otra imagen de ciudades geométricas o de escenas con el mar como fondo, referencias mitológicas, muebles surrealistas, pequeñas esculturas... olvidando por unos momentos preocupaciones, ansiedades y penas de nuestra vida tan limitada en estos momentos.
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