domingo, 18 de octubre de 2009

Ana Ajmatova


En los terribles años de Yezhov pasé diecisiete meses en las colas de las cárceles de Leningrado. En una ocasión, alguien, de alguna manera, me reconoció. Entonces una mujer de labios azules que estaba tras de mí, quien, por supuesto, nunca había oído mi nombre, despertó del aturdimiento en que estábamos y me preguntó al oído (allí todas hablábamos en voz muy baja):
-Y esto, ¿puede describirlo?
Y yo dije:
-Puedo.
Entonces algo parecido a una sonrisa asomó por lo que antes había sido su rostro.

1 de abril de 1957. Leningrado.

2 comentarios:

Lucía dijo...

Para ella debió de ser como una luz en la oscuridad.
Un abrazo.

alestedemadrid dijo...

Es bueno pensar que alguien tiene la posibilidad de iluminarnos en los días tristes...
Un abrazo