Los herederos del fallecido autor de la saga Milenium, el sueco Stieg Larsson, han contratado a otros escritores, primero a David Lagercranz y después a la periodista Karin Smirnoff, para continuar la serie de forma indefinida.
El último título publicado (y a la espera de dos más de los tres contratados) se aleja bastante de los personajes y temáticas originales.
Su autora sitúa la acción en el norte de Suecia y se centra en temas de corrupción en un pequeño pueblo cuyos representantes municipales negocian con varias empresas la cesión de terrenos del bosque donde viven pequeños propietarios de renos desde hace muchos años.
El objetivo es la energía limpia y barata que necesitan las baterías de los coches eléctricos. Las personas que no están a favor de esta decisión no son muchas pero algunas desaparecen y no vuelve a saberse de ellas.
Es un tema de actualidad, bastante oportunista y contado de una forma poco atractiva y plana que se hace pesada hasta que la protagonista de la serie, Lisbeth Salander viaja a ese pueblo, de bastante mala gana, porque la hija de su hermanastro ya fallecido está acogida por los servicios sociales que tratan de que se haga cargo de ella.
Vemos que el personaje ha cambiado, que está contenta con su trabajo, con su vida en la capital y que no quiere cambiar nada de eso. Y cuando conoce a su sobrina y ve que está en peligro inicia con ella una curiosa relación de protección y de complicidad a pesar de la diferencia de edad. Todo bastante previsible y que daría para una mala película de acción. Y el final sigue abierto porque quedan dos títulos más por vender...
La factoría Disney sigue adelante sin su fundador porque había un equipo de dibujantes pero aquí se trata de vender libros sin más complicaciones, de estirar el chicle... por el tirón de unos personajes que ya son parte del imaginario colectivo y que eran bastante más complejos y contradictorios.
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