Almodovar presenta el corto y explica por qué ha eliminado parte de la sumisión del personaje original y ha dado una vuelta al final de la obra de teatro de Cocteau, en parte porque el perro que participaba en el rodaje no colaboraba. Esa libertad de la que ha hecho uso hace de la película algo muy literario y a la vez muy personal.
Tilda Swinton conserva ese aire de elfo, andrógino y delicado que se diluye un poco cuando la escuchamos presentando su interpretación y con una maravillosa sonrisa desear regresar a Madrid y poder dar besos y abrazos, comer gazpacho...
Manda al espectador "besos ilegales" y parece mentira que unos minutos después podamos verla pasar por estados de ánimo cambiantes pero que oscilan entre el odio, el deseo de venganza, la desesperación del abandono de su amante al que nunca vemos ni escuchamos. La llamada de él la encuentra inconsciente y el perro del ausente la despierta para que responda al teléfono. La conversación al principio es ligera y llena de mentiras para convencerle de que está activa, ocupada y con gente alrededor pero acaba reconociendo que quiere que venga en persona a recoger las maletas que ya le tiene hechas y que se lleve a su perro que está triste por su ausencia. Al no conseguir convencerle ella toma una decisión radical que tampoco tiene mucho que ver con el final de la obra teatral.
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