El museo presenta en 2019 una exposición retrospectiva del legendario artista Balthasar Klossowski de Rola (1908-2001), conocido como Balthus, organizada conjuntamente con la Fondation Beyeler en Riehen / Basilea donde se presenta de septiembre de 2018 a enero de 2019.
Considerado como uno de los grandes maestros del arte del siglo XX, Balthus es sin duda uno de los pintores más singulares de su tiempo. Su obra, diversa y ambigua y tan admirada como rechazada, siguió un camino virtualmente contrario al desarrollo de las vanguardias. El propio artista señala explícitamente algunas de sus influencias en la tradición histórico-artística, de Piero della Francesca a Caravaggio, Poussin, Géricault o Courbet. En un análisis más detenido, se observan también referencias a movimientos más modernos, como la Neue Sachlichkeit, así como de los recursos de las ilustraciones populares de libros infantiles del siglo XIX. En su desapego de la modernidad, que podría calificarse de ‘posmoderno’, Balthus desarrolló una forma personal y única de arte de vanguardia, un estilo figurativo alejado de cualquier etiqueta. Su personal lenguaje pictórico, de formas contundentes y contornos muy delimitados, combina los procedimientos de los maestros antiguos con determinados aspectos del surrealismo y sus imágenes encarnan una gran cantidad de contradicciones, mezclando tranquilidad con tensión extrema, sueño y misterio con realidad o erotismo con inocencia.
La exposición, comisariada por Raphaël Bouvier, con el apoyo de Michiko Kono, y Juan Ángel López-Manzanares, reúne pinturas clave de todas las etapas de su carrera desde la década de 1920, arrojando luz sobre las diversas formas de interacción intelectual en sus cuadros entre las dimensiones de espacio y tiempo, la relación entre figura y objeto, así como sobre la esencia de su enigmática obra.
Balthus creció en una familia de origen polaco y aristocrático. Su padre era historiador del arte y su madre pintora. Esto hizo que desde muy niño conociera a a escritores y pintores como Bonnard, Matisse, Derain, Artaud, Cocteau, Giacometti, André Gide...
Vivió en París, Berlín, pasó temporadas en Italia para conocer la obra de Piero de la Francesa, Masaccio y pasó muchos años de su larga vida en Suiza con su segunda esposa, la japonesa Sesutko a la que pintó en "la habitación turca" donde ella mira al espectador con una sonrisa, a diferencia de la mayoría de sus retratos anteriores.
Se le ha considerado el maestro de lo enigmático y él mismo afirmaba que a veces a través del ensayo y error encontraba y reconoce lo que estaba buscando y su visión se hacía realidad.
A pesar de ser contemporaneo de los surrealistas franceses su pintura siempre ha sido personal y sólo reconocía la influencia de los antiguos maestros.
A los 11 años publicó sus primeros dibujos, un relato sobre un gatito al que encuentra y al que acaba perdiendo y buscando por todos sitios. El prólogo lo escribió Rilke que fue amante de la madre de Balthus y que le animaba a ir al Louvre para aprender de los grandes artistas del pasado.
Aunque haya pasado casi un siglo algunas de sus obras en las que retrata adolescentes ensimismadas y soñadoras han escandalizado a una parte del público y en alguna exposición se ha llegado a avisar de que pueden ser perturbadoras para algunas personas. El pintor siempre consideró absurdas estas opiniones y no se preocupó mucho por ellas.