Un divertido y lúcido artículo del escritor Sergio del Molino sobre el arte, la vida, el periodismo y sobre aprender a vivir con determinación, con tus defectos y manías.
"Lo más bonito que he descubierto es que todos nos parecemos mucho y somos muy diferentes a la vez. La semejanza y la individualidad son dos fuerzas en tensión dialéctica, y la personalidad es su síntesis. Es fácil conocer a una persona en lo esencial porque, como bien dijo Shakespeare tantas veces a través de los más perspicaces de sus personajes, todos sangramos si nos pinchan. Sin embargo, las personas también son misteriosas, y lo que las distingue es su manera de llevar el misterio. Hay quien lo esconde tanto que ni él mismo lo conoce, y hay otros que lo llevan a la vista, como una pancarta. Para retratar a una persona no hace falta conocer el contenido del misterio, basta con saber dónde lo tiene y cómo lo trata: si lo custodia con celo o si lo lleva en el bolso junto a los pañuelos de papel; si le hace sufrir o le divierte, y si está dispuesto a contarlo o prefiere ser enterrado con él. Para saber eso suele bastar un rato de intimidad. Esto es fundamental: no se conoce a nadie sobre el escenario. Tiene que quitarse la máscara, dejar de interpretar el papel público y relajarse un poco en privado. Por eso las entrevistas formales casi nunca sirven para conocer a nadie, porque en ellas solo hay un actor que interpreta a un personaje. Creer que se conoce a un político –o a cualquier personaje público– por hacerle unas preguntas en su despacho es como creer que se conoce a Marlon Brando por ver El Padrino.
La mayoría de la gente solo baja la guardia cuando ven que tú también estás desarmado y no tienes ansia por sonsacarle nada. He conocido a muy pocos periodistas capaces de romper la máscara de la persona con la que hablan. Uno de ellos tiene el mérito añadido y enorme de hacerlo en directo y con micrófonos, en el ambiente hostil de un estudio de radio. Otro hace contraportadas en un diario de Barcelona y nunca usa grabadoras ni cuadernos, tan solo garabatea esquemas y monigotes en un folio mientras habla contigo. Los dos penetran hasta el occipucio: te sacan la radiografía del alma sin que puedas hacer nada por evitarlo. Quien quiera ocultarse hará bien en evitarles.
Ellos son grandes, artistas de la conversación y la escucha a los que admiro y de los que intento aprender algo. Yo solo soy un tipo tímido, miope y vago que hizo de su timidez, su miopía y su pereza una forma de vida y un oficio. Y sigue empeñado en ello."
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