Aunque el escritor sueco falleció el año pasado a causa de un cáncer, acaba de publicarse en castellano su última obra "Botas de lluvia suecas".
En ella no encontramos al investigador Wallander, protagonista de muchas de sus novelas, sino a un médico jubilado, Frederik Welling que aparecía en "Zapatos italianos".
Un hombre que vive completamente solo en una pequeña isla en la que su familia tenía una vieja casa a la que se retiró después de un infortunado error profesional que le hace apartarse de todo y llevar una vida de aislamiento y soledad.
Un incendio durante la noche acaba con la casa y se encuentra con que sus pocas pertenencias han desaparecido con el fuego. Solamente consiguió calzarse a toda prisa dos botas del mismo pie.
A todas las dificultades para conseguir ir resolviendo sus necesidades básicas con ayuda del viejo y entrometido cartero, que es la única persona a la que ve con regularidad, se acaban uniendo las sospechas de la policía de que el incendio ha sido provocado y las veladas acusaciones de que ha podido intentar defraudar a la compañía de seguros.
Su única hija, con la que tiene una relación muy distante y complicada, aparece en la isla pero tiene sus propios problemas. Esta embarazada pero no quiere contarle nada del padre de su hijo.
A pesar de su penosa situación vemos que los pensamientos del viejo médico son bastante serenos: se ilusiona con el amor cuando conoce a una periodista que viene a entrevistarle por el incendio y que quiere saber cosas sobre la vida de los antiguos habitantes de aquel archipiélago, recuerda pequeñas anécdotas de sus abuelos en aquella casa en la que vivió de niño y en la que pensaba morir algún día, recuerda a su mujer Harriet, que murió allí en la isla después de muchos años de distanciamiento y hasta de odio…
Se pregunta por qué toda la ropa que compra en el pueblo cercano viene de china y no encuentra botas de lluvia suecas a pesar de que las encarga en la tienda local.
Y todavía no sé si va a terminar bien...