viernes, 19 de agosto de 2011
Pere Monras, oncólogo:" el nosotros es más inteligente que el yo"
"Las empresas no estimulan el talento, prefieren mediocres"
Una curiosa entrevista en la que se habla de creatividad, conectividad, compartir, improvisar... en tiempos de crisis.
Etiquetas:
psicología,
the wise one opens her eyes
domingo, 14 de agosto de 2011
What You Need to Be A Writer - Lo que necesitas para ser escritor
What You Need to Be A Writer
For Ben--From Ordinary Miracles
After the college
reading,
the eager
students gather.
They ask me
what you need
to be a writer
& I, feeling flippant,
jaunty
(because
I am wearing
an 18th century
dress
& think
myself in love
again),
answer:
"Mazel,
determination,
talent, & true
grit."
I even
believe it--
looking
as I do
like an
advertisement
for easy
success--
designer dress,
sly smile
on my lips
& silver boots
from
Oz.
Suppose
they saw me
my eyes
swollen
like sponges,
my hand
shaking
with betrayal,
my fear
rampant
in the dark?
Suppose they saw
the fear
of never
writing,
the fear
of being
alone,
the money fear,
the fear fear,
the fear
of succumbing
to fear?
& then there's all
I did
not say:
to be
a writer
what you need
is
something
to say:
something
that burns
like a hot coal
in your gut
something
that pounds
like a pump
in your groin
& the courage
to love
like a wound
that never
heals.
© Erica Mann Jong
miércoles, 10 de agosto de 2011
sábado, 6 de agosto de 2011
Tous les soleils - Silencio de amor
La última película del escritor y director francés Philippe Claudel fue "Il y a longtemps que je t'aime", sobre la relación entre dos hermanas uhttp://www.blogger.com/img/blank.gifna de las cuales ha pasado los últimos años en la carcel. A pesar de ser muy dura tenía algo muy especial. Y esta que se acaba de estrenar en Madrid también aunque es mucho más alegre y en tono de comedia se atreve con casi todos los temas: un padre solo que educa a su hija adolescente descuidando su propia vida sentimental, su hermano que se exilia de Italia porque no soporta la política de Berlusconi, una mujer que muere en el hospital sin atreverse a llamar a su hija con la que no se habla hace años... Como fondo la ciudad de Estrasburgo, una banda sonora espléndida (el protagonista es profesor de música barroca y enseña a sus alumnos a bailar la tarantela encima de la mesa), unos diálogos en los que se alterna el francés y el italiano. Una auténtica delicia. Y si os apetece volver a escuchar alguna de estas canciones sin tener que descargarlas podeis ir a una página francesa de bandas sonoras de películas: allobo.com y allí escribís Tous les soleils.
jueves, 4 de agosto de 2011
Un cuento chino de Sebastian Borensztein
Es la tercera película del argentino Borensztein en la que encontramos a Ricardo Darín como protagonista. Su personaje es un excombatiente de la guerra de las Malvinas que lleva una vida llena de rutina, soledad, detenida en el pasado. Accidentalmente encuentra a un joven chino que también está solo y necesita ayuda para sobrevivir. En tono de tragicomedia vemos como unos pocos actores nos hablan de historias agridulces, la violencia, la alienación, la incomunicación, la buena voluntad... pero con un inesperado final feliz. Esta es última escena de la película, sorprendente y emotiva a la vez.
miércoles, 3 de agosto de 2011
Ageism - viejismo
Esta alabanza de John Carlin (periodista, autor del libro "El factor humano" en el que se basó Clint Eastwood para "Invictus") a la tradición española de disfrutar de la vida a cualquier edad me ha llamado la atención, y no sólo por el uso de la palabra "viejismo" (que supongo que es la traducción de ageism, discriminación por la edad).
España contra el viejismo
JOHN CARLIN
EL PAÍS - 03-08-2011
Mi tío Gabriel, mi muy querido tío Gabriel, contaba una historia. Habría sido a comienzos de los años cincuenta, él tenía veintipocos años, vivía en Madrid y trabajaba como vendedor para una empresa estadounidense que fabricaba maquinaria pesada. Estaba en Sevilla, de trabajo, y un viernes por la noche se le acercaron tres señores mayores en el bar del hotel donde estaba hospedado. Por simpatía, nada más. A charlar y tomar un par de cañas.
Congeniaron bien y al cabo de un rato los señores le preguntaron a mi tío si tenía algún plan para la mañana siguiente. Él dijo que no. Pues pasamos a buscarte a las cinco, dijeron. Vale, dijo mi tío, encogiendo los hombros.
Pasaron por él a la hora indicada y salieron en coche de la ciudad. Tras unos 40 minutos se desviaron de la carretera y se detuvieron al lado de un huerto de higos. Los señores mayores sacaron una botella de anís y unas copas y, mientras bebían, cogían higos de los árboles y se los comían. Pasada una hora -una hora sumamente placentera- mi tío hizo una pregunta. "Miren, no saben lo que les agradezco que me hayan invitado. Pero, una pregunta ¿por qué tuvimos que salir tan temprano?".
"Ah", le contestó uno de los señores. "La madrugada es la mejor hora, cuando el rocío todavía cubre la fruta".
La historia la contaba y contaba y contaba mi tío y yo la sigo contando. Me encanta. Porque creo que define algo de España, o del Mediterráneo: una actitud hacia la vida, un disfrutar por disfrutar, un sencillo y sagaz deleite en lo que ofrece la tierra. Me encanta también porque me reafirma en la convicción de que España es un gran país para viejos. Si hay una cosa que tengo muy clara es que de viejo quiero vivir aquí. Es posible que me vaya a vivir a otro lado un tiempo (Londres, India, Tanzania, categóricamente no EE UU) pero que volveré a España a mis últimas vacaciones, las de la jubilación, seguro.
En otros países, especialmente en los anglosajones, a los viejos los marginan, los esconden. Se impone el viejismo: una variante del apartheid no condenada. En España la regla es otra. Vaya usted a cualquier plaza de cualquier pueblo o ciudad. Ahí verá a las mamás con sus niños pequeños, a los adolescentes con sus patinetes, a los señores y señoras mayores sentados charlando: todos parte natural del escenario social, todos conviviendo, como mi tío Gabriel de joven y aquellos señores mayores que le invitaron a salir de copas al huerto.
España contra el viejismo
JOHN CARLIN
EL PAÍS - 03-08-2011
Mi tío Gabriel, mi muy querido tío Gabriel, contaba una historia. Habría sido a comienzos de los años cincuenta, él tenía veintipocos años, vivía en Madrid y trabajaba como vendedor para una empresa estadounidense que fabricaba maquinaria pesada. Estaba en Sevilla, de trabajo, y un viernes por la noche se le acercaron tres señores mayores en el bar del hotel donde estaba hospedado. Por simpatía, nada más. A charlar y tomar un par de cañas.
Congeniaron bien y al cabo de un rato los señores le preguntaron a mi tío si tenía algún plan para la mañana siguiente. Él dijo que no. Pues pasamos a buscarte a las cinco, dijeron. Vale, dijo mi tío, encogiendo los hombros.
Pasaron por él a la hora indicada y salieron en coche de la ciudad. Tras unos 40 minutos se desviaron de la carretera y se detuvieron al lado de un huerto de higos. Los señores mayores sacaron una botella de anís y unas copas y, mientras bebían, cogían higos de los árboles y se los comían. Pasada una hora -una hora sumamente placentera- mi tío hizo una pregunta. "Miren, no saben lo que les agradezco que me hayan invitado. Pero, una pregunta ¿por qué tuvimos que salir tan temprano?".
"Ah", le contestó uno de los señores. "La madrugada es la mejor hora, cuando el rocío todavía cubre la fruta".
La historia la contaba y contaba y contaba mi tío y yo la sigo contando. Me encanta. Porque creo que define algo de España, o del Mediterráneo: una actitud hacia la vida, un disfrutar por disfrutar, un sencillo y sagaz deleite en lo que ofrece la tierra. Me encanta también porque me reafirma en la convicción de que España es un gran país para viejos. Si hay una cosa que tengo muy clara es que de viejo quiero vivir aquí. Es posible que me vaya a vivir a otro lado un tiempo (Londres, India, Tanzania, categóricamente no EE UU) pero que volveré a España a mis últimas vacaciones, las de la jubilación, seguro.
En otros países, especialmente en los anglosajones, a los viejos los marginan, los esconden. Se impone el viejismo: una variante del apartheid no condenada. En España la regla es otra. Vaya usted a cualquier plaza de cualquier pueblo o ciudad. Ahí verá a las mamás con sus niños pequeños, a los adolescentes con sus patinetes, a los señores y señoras mayores sentados charlando: todos parte natural del escenario social, todos conviviendo, como mi tío Gabriel de joven y aquellos señores mayores que le invitaron a salir de copas al huerto.
lunes, 1 de agosto de 2011
Alvaro Cunqueiro
Quen puidera namorala
No niño novo do vento
hai unha pomba dourada;
quen puidera namorala,
quen puidera namorala,
meu amigo.
Canta o luar e o amencer
en frauta de verde olivo;
quen puidera namorala,
quen puidera namorala,
meu amigo.
Ten ás de flor recente
cousas de recén casada;
quen puidera namorala,
quen puidera namorala,
meu amigo.
Tamén ten sombra de sombra
e andar de primeiro río
quen puidera namorala,
quen puidera namorala,
meu amigo.
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