Hoyesarte publica hoy la noticia de la retrospectiva en Santander de Maruja Mallo y que la próxima exposición tendrá lugar en Madrid.
París, teatro y exilio americano
En 1932, Mallo se instala en París gracias a una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, y se forma en teatro. Allí conoce a Picasso y a Miró, y colabora en proyectos escénicos como el ballet Clavileño, de Rodolfo Halffter, que no llegó a estrenarse por el estallido de la Guerra Civil. La exposición muestra maquetas, figurines y una réplica del teatrillo, junto a fotografías performativas en las que la artista se representa con cráneos, mariposas, mapas y compases: símbolos de metamorfosis y conocimiento.
Durante su exilio en América —Argentina, Uruguay, Brasil— su obra se impregna del sincretismo cultural y racial. Comienza entonces una fase marcada por la búsqueda de una nueva humanidad, con representaciones simbólicas como La cierva humana(1948) u Oro (1952), donde fusiona razas, géneros y especies. Las máscaras que realiza en este periodo, influenciadas por la teoría freudiana, condensan emociones contradictorias y reflejan su condición de exiliada.
Una sección destacada de la muestra está dedicada a La religión del trabajo (1937–1939), donde aparecen figuras femeninas vinculadas a la espiga, el pez, la red y la cosecha, como en Canto de las espigas (1939). Estas arquitecturas humanas simbolizan un nuevo clasicismo materialista frente a la destrucción de la guerra.
Naturalezas vivas y un cierre cósmico
En los años cuarenta, desarrolla la serie Naturalezas vivas (1941–1943), composiciones con conchas y flores que sugieren formas femeninas y sexuales flotando sobre paisajes ambiguos. En ellas comienza a investigar la “cuarta dimensión” desde una óptica inspirada en la física contemporánea, que sustituye la concepción estática del espacio por una visión dinámica del espacio-tiempo. Obras como Naturaleza viva II o Naturaleza viva XII muestran un universo orgánico, sensual y cósmico.
La muestra concluye con sus obras finales, como Moradores del vacío y Viajeros del éter, donde plasma su fascinación por el universo, la evolución y la ciencia. Influida por sus viajes reales e imaginarios, Mallo crea espacios siderales y seres metamórficos que conectan lo humano con lo celeste. El color adquiere un peso simbólico y se entrelazan motivos de todas sus etapas.
Convertida ya en referente de la cultura española y figura fundamental de la Generación del 27, Mallo retoma entonces sus colaboraciones con la Revista de Occidente y realiza una serie de grabados (1979) que se exponen junto a esas icónicas portadas. Su figura, como su obra, se convierte en puente entre épocas y entre mundos.
Más que una exposición, Maruja Mallo: Máscara y compás es un acontecimiento de primer orden que restituye a la artista al lugar que le corresponde en la historia del arte. Un viaje fascinante por sus mundos simbólicos, críticos y visionarios que revela a una creadora adelantada a su tiempo, capaz de atravesar las vanguardias con mirada propia. En Santander primero, y en Madrid después, esta retrospectiva invita a redescubrir a Mallo en su máxima expresión.
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