Hace unos días Daniel Trueba comparaba esta película de Woody Allen con un viejo amigo. Tiene sus limitaciones, sus defectos, pero le conocemos hace mucho, lo hemos pasado bien juntos y le queremos a pesar de todo. Y siempre que podemos verle buscamos el hueco.
¿Cómo no querer a un artista que a los 80 años confiesa haber sido infeliz al menos 60?
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